La etapa de la vejez, según menciona Llanes (2013), se caracteriza por ser un proceso de la vida del ser humano en el que ocurren cambios biológicos, psicológicos y sociales; además se produce un proceso de cambios celulares, tisulares, orgánicos y funcionales, correspondiendo a una programación genética influenciada tanto por factores ambientales como por la capacidad de adaptación del individuo. Sin embargo, a pesar de ser un proceso natural en la vida del ser humano, existe abundante desconocimiento sobre cuáles son los cambios que se generan durante esta etapa de la vida, sobre todo en el ámbito de la sexualidad, siendo que ésta corresponde a una de las actividades de la vida diaria básicas de todas las personas.
La sexualidad se suele asociar a un tema tabú, lleno de prejuicios y mitos en esta etapa, como bien, señala Rodríguez (s.f), la valoración de la sexualidad incorpora una acumulación de factores que influyen de forma negativa en la vida sexual; cambios fisiológicos asociados a la vejez y estado de salud, sin embargo, estos cambios no corresponden exclusivamente a un tema asociado a la edad como factor de edad.
Producto de las creencias y actitudes culturales, se ha generalizado que el envejecimiento conlleva a una pérdida de la vida sexual. Como menciona Llanes (2013), el prejuicio instalado sobre las personas mayores en relación a la sexualidad genera un impacto altamente negativo en la experiencia sexual de las y los adultos mayores desde el “auto prejuicio”, el cual aumenta en las mujeres, ya que no solo deben solo deben sobrellevar el prejuicio de pérdida de vida sexual, sino que también el término de la capacidad procreativa en la vejez, que marca una “obligación” cultural en nuestra sociedad, más si presentan algún tipo de discapacidad.
Como señala la OMS (2021), la sexualidad en mayores se aborda desde el edadismo, no solo en la sociedad, también en medios de comunicación y en las actitudes profesionales de la salud, lo que coarta la posibilidad de una sexualidad plena en las personas mayores.
Como sociedad nos encontramos en un cambio de paradigma en relación al concepto de afectividad, la concepción de familia y la sexualidad dentro del ciclo vital, y dentro de esta adaptación es esencial considerar a las personas mayores. Desde la concepción del ser humano como un ser integral, la sexualidad es uno de los aspectos que más prejuicio tiene en las personas mayores, que parte al invisibilizar esta temática, generar y aceptar estereotipos negativos, y el desconocimiento de lo que ocurre con la sexualidad en esta etapa junto a la ausencia de programas y profesionales especializados que permitan su abordaje de manera apropiada.
En conclusión, en mi experiencia como Terapeuta Ocupacional, es que puedo observar, en su mayoría, que las personas mayores en su etapa de vejez desconocen la sexualidad como una experiencia que va más allá del coito, sino que conlleva a otros modos de vivirla. Además, desconocen los cambios biofisiologicos normales durante la etapa de la vejez, y no tienen las oportunidades necesarias para esclarecer dudas dentro del contexto sanitario, familiar o social. Por lo tanto, es relevante implementar instancias que promuevan el conocimiento de su propio cuerpo, espacios para conversar y compartir experiencias, que les permitan mantener una calidad de vida que incorpore el derecho de la sexualidad y que le sea satisfactorio.
Javiera Peña Soto, Terapeuta Ocupacional.